Hallan amianto también en un tren 'sano' del Metro

Hallan amianto también en un tren 'sano' del Metro

El suburbano utilizó un repuesto eléctrico con este material al menos en un convoy que sigue en uso y construido después de que ya estuviera prohibido

MADRID, 2 Mar. (MARTA BELVER - EL MUNDO)

 

Al menos un tren del Metro de Madrid de los construidos después de que en 2001 se prohibiera el uso del amianto en España contiene también algún componente con este material potencialmente cancerígeno. Se trata de un vehículo de la serie 6.000 y no es que viniera con él de fábrica, sino que en alguna de las reparaciones a las que ha sido sometido en los últimos años se le incorporó una pieza de un modelo antiguo que sí lo tenía.

Los directivos de la empresa informaron de este «canibalismo» -como se conoce técnicamente este intercambio de repuestos- en la reunión del Comité de Seguridad y Salud del suburbano que se celebró este martes. En dicho encuentro también se anunció que se están revisando los convoyes del resto de los modelosque circulan por la red para comprobar si ha podido suceder lo mismo y ya se ha descartado esta posibilidad al menos en los de la serie 8.000.

Así lo confirmaron ayer en el Metro, donde especificaron que la pieza con amianto detectada en uno de los trenes digamos 'sanos' en origen es un disyuntor procedente de un stock para modelos que sí contenían desde el principio este material tóxico. «Se trata de un componente protegido por un cofre hermético y fuera del alcance de los viajeros, por lo que, como en el resto de los casos, no representa ningún riesgo para los usuarios y sólo sería peligroso en el caso de que se produjera una manipulación», explica un portavoz de la compañía pública de transportes.

Cuando EL MUNDO destapó el pasado 16 de febrero la presencia de esta sustancia en trenes del suburbano madrileño a raíz de la confirmación del primer caso de un trabajador con cáncer de pulmón, la explicación inicial fue que se localizaba en los dos tipos de trenes más antiguos de la red los 2.000 y los 5.000, estos últimos incluidos ya en un informe sobre este asunto elaborado por el departamento de Prevención Laboral en 2003 y publicado ayer también por este periódico. Aunque aún no se ha detallado la cifra total, sí se ha confirmado quealgunos de ellos se siguen utilizando todavía hoy en las líneas 1, 6 y 9.

Por esta última línea del Metro circula también en la actualidad el convoy modelo 6.000 en el que se ha comprobado la presencia del citado disyuntor con amianto. En los otros siete vehículos del mismo tipo, en cambio, «no se ha detectado» ningún elemento 'contaminado', según fuentes del suburbano.

En UGT, el sindicato de clase mayoritario en el sector, señalan que el «canibalismo» es «una práctica habitual» en las reparaciones, por lo que no descartan que pueda haber más trenes modernos en los que se hayan instalado repuestos de otros antiguos donde sí estaba presente este material ahora prohibido. «Es un asunto muy grave», sostiene su secretario general, Teo Piñuelas.

El consejero delegado de la empresa, Borja Carabante, se reunió ayer con los representantes de los trabajadores para informarles de su plan de desamiantado para la red. En la compañía explican que ahora se ha creado un «comité de seguimiento», pero que no se va a adoptar ninguna medida especial respecto a las que ya se venían aplicando desde febrero de 2017, cuando a su vez se «reforzaron» ante la sospecha de que había un operario con cáncer de pulmón por su exposición, que se confirmó nueve meses más tarde, y pese a que reconocen que «es muy posible que haya un segundo caso».

Entre las iniciativas previstas, está la eliminación de la uralita presente en los falsos techos de varias de las estaciones que se habrán reformado antes del final de la legislatura dentro de un plan para hacer obras en un total de 32, como ya ha sucedido en las de Canillejas, Torre Arias y Suanzes. «Lo que no se va a hacer es empezar a inmovilizar trenes ahora porque, insistimos, no hay ningún peligro», aseguran en Metro.

En UGT, en cambio, consideran necesario la elaboración de un plan con plazos temporales concretos para la eliminación del amianto en el suburbano y con el apoyo de asesores y de empresas externas. Según sus cálculos, este proceso podría tener un coste de más de 150 millones.

 

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